Hacía una temperatura agradable y, eso que había estado lloviendo la tarde noche anterior. En el pueblo no había nada de niebla, pero una vez que arrancamos los motores de nuestros vehículos y, nos pusimos en marcha a la finca Zurrones, la niebla comenzó a aparecer a partir del cruce del Chaparral. ¡Buen presagio! Según parece, la pesca del lucio requiere este tipo de días.
Llegamos al lugar de la pesca, y apenas se veía nada, todavía no había amanecido y la poca claridad que se podía distinguir hacia el este, era ocultada por la niebla.
Comenzamos a repartir las tencas, y con las cañas en mano, cañeros, trastes… a dirigirnos a la orilla del río.
Todavía no habíamos tirado todas las cañas, cuando comenzaron a sonar los cascabeles, efectivamente, los Lucios ya tenían ganas de desayunar y, optaron por nuestras deliciosas tencas.
Hasta las 10 de la mañana no pararon las picadas, lucios que se sacaban, otros que se escapaban, otros que no mordían bien las poteras… algunos de los participantes se fueron al lance y también se vieron recompensados con bonitos lucios.
La verdad es que la mañana se estaba dando bastante bien, pero la medida y el peso, de los lucios que se estaban sacando, no eran muy grandes (entre 2 Kg. y 3, 5 Kg.).
Como os decía antes, hasta las 10 las picadas fueron cuantiosas, pero a partir de esa hora, se fueron prolongando bastante. “Se había pasado la hora del desayuno del lucio”. Aún así, decidimos quedarnos hasta las 12, ya que la mañana, aunque con niebla, estaba muy agradable.
Sobre las 11.30 horas, la caña de Jesús se dobló, había caído otro lucio y, ya hacía rato que no picaba ninguno. Nos fuimos a ver como lo sacaba, el lucio tiraba bastante, quizá podía ser de buen tamaño, hasta que pegó un salto del agua (a unos 15 metros de la orilla) y nos dejó ver su majestuosidad. Peleó un ratito para sacarlo a la orilla, y más peleó para poder sacarle la potera de la boca, pues sus afilados colmillos, le propiciaron dos cortes profundos en los dedos índice y corazón. Este lucio pesó 5,100 kilogramos, bonito ejemplar y el más grande que se capturó.
Llegaron las 12 y comenzamos a recoger, había sido suficiente para la primera vez que organizábamos una jornada de lucio. Con los trastes al hombro, pusimos rumbo a los coches, y con éstos, rumbo al pueblo.
Carlos y yo también estuvimos recogiendo algunas setas, las cuales degustamos todos en el bar, no os creáis que la gente estaba muy por la labor de comer setas, pero Carlos, experto micólogo, los convención para probarlas y no quedó ni una.
Desde aquí agradecer la presencia de todos los participantes, y animar a los demás, a que participen en estas jornadas que organizamos la Sociedad. No concursamos entre nosotros, sino que nos enseñamos, nos animamos, nos divertimos… y en definitiva pasamos una mañana agradable un grupo de personas que compartimos la misma afición.
Pincha en el siguiente enlace y, podrás visualizar el vídeo de la Jornada del Lucio (Cortesía de José Antonio Costumero):